Desde el mismo hotel de Zamora, antes de iniciar el regreso, quiero hacer una primera valoración del VII Congreso Internacional de Molinología que acaba de clausurarse hace pocas horas.
En primer lugar, deseo reconocer la magnífica organización del mismo, lo que no suele ser frecuente en este tipo de eventos. El cumplimiento de los horarios ha sido la tónica habitual, lo que es muy de agradecer. Además de ello, todo el personal se ha desvivido por atender adecuadamente a los congresistas. Muchísimas gracias a todos ellos (no cito para no omitir) y enhorabuena.
Por otro lado, mostrar mi gratísima sorpresa y satisfacción por la enorme calidad de las ponencias y de las comunicaciones presentadas. El nivel ha sido elevadísimo, lo que corrobora que el estudio relacionado con los molinos, en cualquiera de sus aspectos, cobra cada vez más la especialización, la profundización y el rigor que ellos merecen.
Y por último, en este primer repaso, quiero manifestar públicamente mi reconocimiento a los molineros con quien he podido compartir horas y debates estos días, Teodomiro e Isaías. Al primero ya lo conocía previamente, y me había facilitado parte de sus conocimientos. Al segundo lo he conocido ahora. De ambos he aprendido muchísimo, por lo que quiero dedicarles este reconocimiento mostrando una imagen de su clase práctica realizada el viernes en las Aceñas de Olivares. ¡Hasta la próxima!
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