Metidos en harina
El Museo de la Harinera, en el Centro de Interpretación de las Tierras Bañezanas, reúne una de las mejores colecciones de maquinaria industrial de principios del siglo XX. La colección guarda in situ los elementos originales que dieron vida a La Única, la fábrica de Harinas que marcó 70 años de la historia de La Bañeza. El centro emana recuerdos y cumple este año nueve décadas en pie y un lustro como museo que conecta a la ciudad y sus comarcas.
La historia abre la puerta. Un viaje a principios del siglos XX, un recorrido para sentir el patrimonio industrial, para palpar otros tiempos, para respirar un pasado de bonanza y un futuro ilusionante. El Museo de la Harinera, en el Centro de Interpretación de las Tierras Bañezanas (Citba), se sabe guardián de una de las mejores colecciones de maquinaria industrial de principios del siglo pasado. Una colección única, que se mantienen in situ e intacta. Un viaje a lo que fue La Única, la fábrica de harinas de La Bañeza que arrancó el motor en 1926. Un inmueble que cumple 90 años y que este 2016 celebra su quinto aniversario como museo.
Cuentan que el edificio se proyectó para ser hotel, sin embargo los avatares del tiempo lo convirtieron en fábrica. Las instalaciones muestran, todavía hoy, la maquinaria original de la marca Buhler donde se almacenada, se molía el trigo y se llevaba a cabo todo el proceso para la producción de harina. La Única funcionó hasta 1996, 70 años de historia industrial, que hoy narra ese pasado sin que el tiempo haya hecho mella.
La maquinaria instalada en 1926, tecnología punta en aquella época, es exactamente la que se visita hoy día en el museo, un lugar con mucho encanto, que además mantiene su ubicación original convirtiendo la colección en una joya excepcional del patrimonio. Incluso el tubo de cristal de los molinos son los de antaño donde el paso de las horas y del trabajo ha dejado su huella en forma de remiendos y arreglos sucesivos. Hasta se respira el aroma industrial de aquellos años.
La Única nació por iniciativa de Manuel Martín, pasando tras su muerte a ser propiedad de sus hijos y después tras fallecer sin descendencia a manos de unos sobrinos que fueron quienes con el Ayuntamiento firmaron el convenio para la cesión municipal y su conversión en museo, como centro cultural. Un paso de hotel a harinera y de ahí a centro turístico.
El cuidado de las instalaciones y su funcionamiento hasta mediados de los 90 propició que, aunque durante tiempo estuviera cerrada, el edificio se conservara y con él las joyas instaladas dentro. Como museo es un gran desconocido aunque la emotividad y la sensibilidad que afloran en cada rincón da una muestra de la historia más reciente de La Bañeza. Días y días contados paralelamente en paneles que enlazan con el pasado harinero de la fábrica a través de la tradición pastelera de La Bañeza. Las primeras referencias en este sentido datan de 1586, en 1611 se tiene constancia de la primera referencia confitera y unos años después, en 1752, el primer documento de un maestro chocolatero.
El Museo de la Harinera es un lugar único de riqueza patrimonial incalculable, donde los videos, los paneles y los testimonios de los últimos trabajadores ayudan a entender qué fue y lo que representó. Tres plantas conectadas por la producción de harina que enlazan con la historia de una comarca de labradores. El museo es, actualmente, un espacio vivo con multitud de actividades a lo largo de año. Una visita obligada para sentir y tocar la historia de La Bañeza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario