Pocas veces he conocido un lugar en el que se conjuguen tantos aspectos interesantes, dignos de conocer y disfrutar, como en mi reciente visita a la localidad cacereña de Alcántara.
Famosa por su maravilloso puente romano, he de decir que merece una escapada por muchos aspectos más: su casco histórico, su gastronomía, su paisaje,...
Como amante de las fábricas de harinas, acudí llamado por el interés de conocer una industria con una historia digna de ser novelada. Todo comienza en el siglo XV, cuando se funda el Convento de San Bartolomé, retirado algunos metros de la localidad de Alcántara. Es en 1493 cuando la orden Franciscana toma posesión del mismo, amparada por los Reyes Católicos.
El convento tiene una pacífica evolución hasta comienzos del siglo XVIII, en que es destruido en el marco de la Guerra de Sucesión. Años después será completamente reconstruido, contando para ello con importantes recursos económicos aportados por parte del Marqués del Buscayolo.
La salida de los franciscanos se producirá tras la Desamortización de Mendizábal. El edificio conventual es entonces subastado e inicia un periodo de notable deterioro.
Fábrica de harinas
Desde la exclaustración decimonónica se suceden distintos propietarios hasta que en el año 1946 el convento es adquirido por el industrial Eusebio González, que decide dar un nuevo aprovechamiento a las instalaciones.
Manteniendo la arquitectura existente, el edificio es adaptado para albergar a la sociedad anónima Electro-Harinera de Alcántara. Por tanto, se propone un aprovechamiento hidroeléctrico y fabril, como planta transformadora de cereal panificable en harinas, salvados y subproductos.
La producción eléctrica debió ser inestable y deficitaria, puesto que ya en 1963 se solicita una línea trifásica de 120 KVA para "suministro de auxilio" a la harinera y servicio público.
La fábrica de harinas se instala en la única nave de la iglesia, del convento, ocupando desde la entrada principal (zona de ensacado) hasta el crucero cupulado, donde ya no se ubicaban máquinas.
Es sistema Daverio, Henrici & Cia., dotada de una línea con cinco molinos. Dicha maquinaria se conserva actualmente en perfecto estado, en su posición original y sin intervenciones agresivas.
Pese a las modificaciones que la instalación fabril obligó a realizar en el edificio religioso (cierre de vanos, rasgado de bóvedas, etcétera) la utilidad que tuvo durante esos años fue fundamental para la conservación de gran parte de la arquitectura histórica.
Hospedería de Extremadura
Con el declive de la fabricación de harinas el edificio volvió a quedar sin uso. Eso terminó cuando la Junta de Extremadura decide adquirirlo e iniciar su rehabilitación para integrarlo en la Red de Hospederías de dicha comunidad autónoma.
Así nació la Hospedería Conventual de Alcántara, fruto de una cuidada restauración que convirtió sus muros en un magnífico hotel dotado de todos los adelantos, bien conjugados con su pasado histórico, religioso e industrial.
Alrededor del claustro porticado, en dos plantas se establecen las amplias habitaciones, cafetería y restaurante. La iglesia conserva en su nave la fábrica de harinas que se instaló en el siglo XX y en el crucero, bajo una majestuosa cúpula del siglo XVIII -con linterna y restos de policromía original-, se sitúa un gran salón comedor. Las zonas se separan por una cristalera.
En lo que fuera el huerto del convento hoy se puede disfrutar de una zona ajardinada para el paseo y de una piscina, especialmente agradable en épocas veraniegas cuando el sol aprieta por aquellos lares.
Por nuestra parte no dejamos de repetir la gratísima sorpresa que nos ha causado el respeto que tuvieron los restauradores por mantener intacta la fábrica de harinas, un elemento que otros hubiesen tomado como intruso en un espacio religioso o más antiguo a ella. Pero en este caso se ha sabido comprender el desarrollo histórico del edificio y sus distintos usos y aprovechamientos.
El desalojo de la nave de la iglesia hubiera supuesto un gran espacio útil como salón para banquetes y otras actividades, pero el respeto a la maquinaria harinera (de la casa suiza Daverio), conservada completamente y en un estado magnífico, es digno de elogiar y aporta una singularidad y valor que otros lugares similares nunca podrán tener.
Por ello enhorabuena a quien corresponda y recomendar su disfrute al resto de lectores.
Más información: Web http://www.hospederiasdeextremadura.es/
Como amante de las fábricas de harinas, acudí llamado por el interés de conocer una industria con una historia digna de ser novelada. Todo comienza en el siglo XV, cuando se funda el Convento de San Bartolomé, retirado algunos metros de la localidad de Alcántara. Es en 1493 cuando la orden Franciscana toma posesión del mismo, amparada por los Reyes Católicos.
El convento tiene una pacífica evolución hasta comienzos del siglo XVIII, en que es destruido en el marco de la Guerra de Sucesión. Años después será completamente reconstruido, contando para ello con importantes recursos económicos aportados por parte del Marqués del Buscayolo.
La salida de los franciscanos se producirá tras la Desamortización de Mendizábal. El edificio conventual es entonces subastado e inicia un periodo de notable deterioro.
Fábrica de harinas
Desde la exclaustración decimonónica se suceden distintos propietarios hasta que en el año 1946 el convento es adquirido por el industrial Eusebio González, que decide dar un nuevo aprovechamiento a las instalaciones.
Manteniendo la arquitectura existente, el edificio es adaptado para albergar a la sociedad anónima Electro-Harinera de Alcántara. Por tanto, se propone un aprovechamiento hidroeléctrico y fabril, como planta transformadora de cereal panificable en harinas, salvados y subproductos.
La producción eléctrica debió ser inestable y deficitaria, puesto que ya en 1963 se solicita una línea trifásica de 120 KVA para "suministro de auxilio" a la harinera y servicio público.
La fábrica de harinas se instala en la única nave de la iglesia, del convento, ocupando desde la entrada principal (zona de ensacado) hasta el crucero cupulado, donde ya no se ubicaban máquinas.
Es sistema Daverio, Henrici & Cia., dotada de una línea con cinco molinos. Dicha maquinaria se conserva actualmente en perfecto estado, en su posición original y sin intervenciones agresivas.
Pese a las modificaciones que la instalación fabril obligó a realizar en el edificio religioso (cierre de vanos, rasgado de bóvedas, etcétera) la utilidad que tuvo durante esos años fue fundamental para la conservación de gran parte de la arquitectura histórica.
Hospedería de Extremadura
Con el declive de la fabricación de harinas el edificio volvió a quedar sin uso. Eso terminó cuando la Junta de Extremadura decide adquirirlo e iniciar su rehabilitación para integrarlo en la Red de Hospederías de dicha comunidad autónoma.
Así nació la Hospedería Conventual de Alcántara, fruto de una cuidada restauración que convirtió sus muros en un magnífico hotel dotado de todos los adelantos, bien conjugados con su pasado histórico, religioso e industrial.
Alrededor del claustro porticado, en dos plantas se establecen las amplias habitaciones, cafetería y restaurante. La iglesia conserva en su nave la fábrica de harinas que se instaló en el siglo XX y en el crucero, bajo una majestuosa cúpula del siglo XVIII -con linterna y restos de policromía original-, se sitúa un gran salón comedor. Las zonas se separan por una cristalera.
En lo que fuera el huerto del convento hoy se puede disfrutar de una zona ajardinada para el paseo y de una piscina, especialmente agradable en épocas veraniegas cuando el sol aprieta por aquellos lares.
Por nuestra parte no dejamos de repetir la gratísima sorpresa que nos ha causado el respeto que tuvieron los restauradores por mantener intacta la fábrica de harinas, un elemento que otros hubiesen tomado como intruso en un espacio religioso o más antiguo a ella. Pero en este caso se ha sabido comprender el desarrollo histórico del edificio y sus distintos usos y aprovechamientos.
El desalojo de la nave de la iglesia hubiera supuesto un gran espacio útil como salón para banquetes y otras actividades, pero el respeto a la maquinaria harinera (de la casa suiza Daverio), conservada completamente y en un estado magnífico, es digno de elogiar y aporta una singularidad y valor que otros lugares similares nunca podrán tener.
Por ello enhorabuena a quien corresponda y recomendar su disfrute al resto de lectores.
Más información: Web http://www.hospederiasdeextremadura.es/
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